La ingeniera técnico agrícola emplea su formación en la empresa familiar que comenzaron sus abuelos hace más de 60 años. Ella actualiza la línea basándose en la producción ecológica de huevos de gallina y codorniz así como de productos agrícolas. La conciliación, con su experiencia con tres hijos, es un valor en alza en la empresa.

Su abuela, un referente

Sandra García Carmona encaminó sus pasos hasta estudiar Ingeniería Técnica Agrícola, nada casual al tener su familia la empresa Agas desde hace más de 60 años. “Siempre he estado vinculada a este mundo”, comenta y recuerda cómo de pequeñas, su hermana y ella visitaban los sábados la granja para ayudar a su padre.

“Cuando fuimos mayores, pasábamos aquí también los veranos. Cuando llegó el momento de estudiar, elegí una carrera que pudiera aportar más conocimientos en esta dirección. Tenía claro que lo mío eran las ciencias, así que opté por la Ingeniería Agrícola”

Preguntada por sus referentes, más allá de su padre, Sandra García Carmona mencionó a su abuela como una “trabajadora nata”. “Quisieron para ella una vida mejor y la enviaron a Madrid a trabajar en la frutería de su tía. Cuando se casó con mi abuelo regresó al mundo rural. Esta vez en la ganadería, en el cuidado de los animales y vendiendo directamente los productos al público. El trabajo agrícola y ganadero era muy físico, para hombres y para mujeres. Actualmente, la tecnología nos ha hecho el trabajo mucho más cómodo”, recuerda.

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Cambio sustancial en el campo

La ingeniera reconoce que la vida en el campo ha cambiado de una generación a otra. “Cuando empecé a trabajar en la granja mi padre ni siquiera tenía una oficina”, relata la ingeniera técnica que ha visto como el sector y las personas que trabajan en él se actualiza. “La parte de producción -indica- la llevábamos en una hoja cuadriculada donde apuntábamos los datos y hacíamos nuestros gráficos de forma manual”.

Más datos y menos esfuerzo físico, pero más competencia. “Ahora estamos prácticamente en el otro extremo”, nos sitúa, y continúa: “paso más tiempo en el despacho revisando protocolos, estudiando resultados, formulando piensos, atendiendo inspecciones y auditorías de todo tipo y contestando emails que con las gallinas”.

La brecha de género, de las aulas al campo

La directora técnica de Agas se remonta a sus estudios universitarios para comprobar que el 50% de las personas que aparecen en la orla eran mujeres como ella. Ocurre similar cuando piensa en qué compañeros y compañeras han ejercido la profesión, que eleva hasta un 95%. Eso sí, reconoce que en el sector los puestos directivos están copados por hombres.

La brecha de género también se siente en las asociaciones agrícolas y ganaderas, de las que forma parte incluso en la junta directiva de varios de estos organismos.

“Yo llevo 20 años asistiendo a reuniones de avicultura y, a nivel directivo, al principio mi hermana y yo éramos las únicas mujeres. Actualmente hay alguna más, pero estamos muy lejos de la paridad”.

Ahora, comenta, las mujeres “tienen más visibilidad en todos los ámbitos, también en el nuestro, lo cual, en algunos aspectos tiene connotaciones negativas”.

Madre de tres hijos y profesional

Sandra García Carmona hace referencia directa a su experiencia como profesional y madre de tres hijos. “Para nosotras la conciliación ha sido fácil y difícil al mismo tiempo. Nuestro puesto no nos ha permitido bajas de maternidad ni excedencias, ni casi vacaciones, pero nos las ingeniamos para tener aquí a nuestros hijos mientras eran bebés (hasta los siete meses más o menos). Llegamos a crear nuestra sala de lactancia en las oficinas. Más que el sector, nuestro puesto como directivas nos permite más flexibilidad. Para nuestras trabajadoras madres hemos intentado facilitarles las cosas todo lo posible en cuanto a flexibilidad si su puesto lo permitía. Después lo hemos extendido a los trabajadores en general con buenos resultados”.

Por esta barrera para la igualdad y otras como el techo de cristal o la desigualdad salarial, la ingeniera agrícola cree que hay que valorar “la formación, el compromiso y la responsabilidad que cada uno tiene según su puesto, independientemente del género”. Además añade que en su empresa la brecha de género no existe e incide en que debería legislarse más en favor de la conciliación. “Las mujeres podríamos seguir siendo madres e hijas sin tener que renunciar a puestos de responsabilidad”, finaliza.

 

#MujereSteam es un proyecto promovido por Fundación Concilia2 con la financiación del Instituto de la Mujer de Castilla- La Mancha en el marco de las ayudas para la reducción de brechas de género en el ámbito laboral para el 2021. El objeto es promover la incorporación de mujeres en los estudios y sectores de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEAM).